domingo, 29 de marzo de 2015

Seducidas por el Señor en un dinamismo de fidelidad.


Según la Programación de Formación Permanente por “etapas de vida”, nos hemos reunido en Roma, en la Curia general, los días 19 al 22 de marzo, un grupo de Hermanas de la I y II etapa. Hermanas: Aldave Estela, Arguedas Regina, Grzwocz Alicja Helena, LeuffenUrsula, Marulli Romina, Mena Matilde, Mompó Clara, Murcia Juana, Orlowska Bozena, Nico M. Antonietta,Prete Milena. Por otra parte, la Hna. Marisa García, Superiora Provincial, se hizo presente en el grupo, en algunos momentos concretos.
Convocadas de distintos lugares, fuimos llegando a la Ciudad Eterna, en diferentes momentos, para iniciar este encuentro formativo.
Tal como nos adelantaba la Hna. Julia Apesteguía, responsable del Equipo congregacional de Formación Permanente y coordinadora del Encuentro, no se trataba de adquirir conocimientos extraordinarios, ni siquiera nuevos. El verdadero objetivo que nos reunía era:
Vivir una experiencia de encuentro personal con Dios,
con la propia realidad y con las Hermanas de  mi propia etapa.

Vivir conscientemente con lucidez cada situación y cada momento, nos permite descubrir la presencia de Dios en todo, su Amor y su Providencia. Y, precisamente para poder vivir así, de manera consciente, es preciso detenerse, tomarse el pulso y atreverse a hacerse preguntas acerca de la propia experiencia, en cada una de las dimensiones: personal, comunitaria, espiritual, eclesial, congregacional y apostólica.
Con una metodología que nos permitió contar con espacios suficientes de silencio y encuentro con el Señor, fuimos invitadas a poner toda nuestra persona en actitud de búsqueda y de profundización.
Al mismo tiempo, contamos con la riqueza de la puesta en común. Cada una pudimos compartir, contrastar y enriquecernos con las Hermanas del propio grupo. Poner en común nuestras inquietudes, dificultades y deseos de autenticidad, fue una de las más importantes aportaciones de este encuentro. Por otra parte, deseamos destacar y agradecer también la acogida tan extraordinaria de las Hermanas de la Casa General, sus detalles fraternos y la flexibilidad que mostraron para con nosotras en todo momento. Entre los muchos regalos que nos llevamos, señalamos dos:
°         La Eucaristía que presidió el día 20 para nosotras, el P. Marino Martínez, Superior general de los Terciarios Capuchinos, respondiendo a la invitación que le hizo la Hna. Yolanda M. Arriaga, Superiora general. En su homilía, el P. Marino nos brindó una bellísima reflexión sobre el evangelio de Juan en el que Jesús viene interrogado sobre su identidad, invitándonos a ejecutar tres movimientos, como el propio evangelista: hacia arriba, hacia adentro y hacia lo profundo.  
°         La visita a la Basílica de S. Pedro, el día 22, donde pudimos participar de la Eucaristía en la Capilla de la Cátedra, así como la visita a la tumba de Pedro y de los demás Papas (Pablo VI, Juan XXIII, San Juan Pablo II…), visita que culminó con el Ángelus en la Plaza de S. Pedro, pronunciado por el Papa Francisco, quien nos invitaba, en este V domingo de Cuaresma, a ser como el grano de trigo que si no muere queda infecundo.
En este momento en que la Provincia “Nazaret” ha comenzado a dar sus primeros pasos, ha sido muy positivo el hecho de encontrarnos y poder fortalecer los lazos que nos unen y enriquecernos mutuamente, constatando que, más allá de los desplazamientos internos y externos que nos esté tocando hacer, es un mismo Señor el que nos ha llamado a vivir en seguimiento como Terciarias Capuchinas, tras las huellas de Francisco de Asís y Luis Amigó; son unos mismos hermanos los que esperan de nosotras una palabra de esperanza, un gesto de ternura, una entrega desde la misericordia entrañable.
Podríamos terminar haciendo memoria de las palabras de N. Padre Fundador “Debéis procurar también haya entre vosotros una íntima unión, pues que en ella está el secreto de la fuerza. Y para ello que os améis los unos a los otros, como tan insistentemente lo encargaba S. Juan a sus discípulos.” (OCLA 1833)

Con profundo agradecimiento


Hna. Juana Murcia. Roma

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